¿Cortamos definitivamente con Twitter?
Analicemos qué tan estratégico es sumarnos al nuevo éxodo de X. Lo que está en juego: pros, contras y alternativas.

Les doy la bienvenida de nuevo a La Lupa Digital: Justicia de Género, un boletín del Inspiratorio.org. Soy Cristina Vélez Vieira e investigo ecosistemas digitales, democracia y movilización social.
Tras la victoria de Donald Trump, X (antes Twitter) ha experimentado el más grande éxodo de usuarios desde que Elon Musk compró esta plataforma en noviembre de 2022. El resultado: una migración masiva hacia otras alternativas de microblogging como son Threads (que pertenece a Meta y ganó este mes 15 millones de usuarios nuevos) o Bluesky, una red descentralizada que analizaremos más adelante 🧐 y que en los últimos días ha sido la app más bajada del App Store en EE.UU.
En medio de todo esto, la pregunta que muchas organizaciones lectoras de este boletín se están haciendo es: ¿deberíamos seguir o no esta migración masiva, cómo hacerlo y hacia dónde?
Para muchas de nosotras, Twitter se ha convertido en un eX tóxico: sabemos que está lejos de ser perfecto y que puede hacernos daño, pero por costumbre y nostalgia mantenemos la conexión. En parte porque allí construimos durante años un tejido social valioso que hemos visto desvanecerse lentamente, lo que duele. Sin embargo, como veremos a continuación, es momento de evaluar con seriedad si deberíamos cerrar nuestra cuenta institucional y personal. En los últimos días se han acumulado diversas razones para dar este adiós definitivo, desde un ángulo político, estratégico y de seguridad digital.
[Estado de la tormenta ⚡]
Esta tormenta tiene varios frentes. Por un lado, todas vimos como Musk puso su cuenta y el algoritmo de su plataforma al servicio de la campaña del trumpismo a la presidencia de Estados Unidos 🇺🇲, con lo que ganó no solo más popularidad sino un nuevo cargo como futuro director del Departamento de Eficiencia Gubernamental. A esto se le suman el deterioro en los estándares de moderación (ver este informe reciente del Instituto Humboldt de Internet y Sociedad 👀) y la amplificación algorítmica de voces radicales, misóginas y racistas que ya se volvió típica en este espacio.
Todo esto ha llevado a muchas personas a publicar mensajes sugiriendo que “se les llenó la copa por tanta manipulación” y a informar que han decidido salir de X. Medios como The Guardian 🏴 y La Vanguardia 🇪🇸, figuras como Stephen King y diputados británicos también abandonaron la plataforma al concluir que seguir allí representa más riesgos que beneficios. En América Latina, la banda mexicana de rock alternativo Caifanes también dejó la red social, mientras que la editora de género del diario Clarín de Argentina, Mariana Iglesias, había suspendido sus publicaciones debido al incremento de la violencia machista.
Pero hay un segundo factor menos visible y que puede afectarnos especialmente a nosotros como organizaciones que trabajamos por la justicia de género. El pasado viernes 15 de noviembre entraron en vigencia nuevos términos de servicio que le permiten a X usar el archivo completo de sus usuarios (tuits, fotos, videos y datos personales) para entrenar su nuevo chatbot de IA llamado Grok 👾. Además de las múltiples implicaciones en términos de protección de datos, derechos de autor y seguridad digital por las que han criticado esta medida (ver informe de TechCrunch y este artículo de Newsbytes 👀), hay una parágrafo que aumenta el poder que tiene actualmente Musk para iniciar una cacería de brujas en esta red, en la cual las voces de defensoras de derechos humanos y feministas serían especialmente vulnerables.
Para anunciar su salida de X, el reconocido periodista de EE. UU. y ex presentador de CNN Don Lemon grabó un video en el que cita un párrafo de los nuevos términos de servicio. Se refiere al hecho de que, en adelante, Elon Musk exigirá que todas las disputas legales contra X se presenten exclusivamente en tribunales específicos de Estados Unidos, ubicados en el Distrito Norte de Texas o en el condado de Tarrant, Texas, jurisdicciones conocidas por emitir fallos conservadores. Lemon citó, además, un informe del Washington Post que destaca cómo estos nuevos términos podrían facilitar que X se proteja de litigios y tome represalias contra sus críticos.
Y no solo eso. Musk también ha lanzado una amenaza clara a académicos y organizaciones de la sociedad civil que han usado esta red durante años como fuente principal para analizar ecosistemas digitales mediante herramientas abiertas y gratuitas. Cualquier uso de técnicas de scraping (captura de texto o publicaciones) sin autorización y sin un pago formal conllevará una multa de $15,000 USD por cada millón de publicaciones accedidas en un período de 24 horas, además de la responsabilidad por daños (sigo un poco aterrada con esta cifra 😱).
[Herramientas para navegar 🛠️ ]
¿Cómo podemos calibrar nuestra brújula ahora que los vientos han cambiado y se han vuelto más turbulentos en esta red 🌪️? Miremos estas cinco reflexiones:
🟢 La decisión es doble: debemos evaluar tanto nuestras cuentas institucionales como perfiles personales de activistas y lideresas. El riesgo y la exposición de una cuenta organizacional no es igual a los que tiene una vocera o directora. Cada perfil tiene sus propias vulnerabilidades y oportunidades que necesitamos analizar cuidadosamente en este contexto.
🟢 Miremos a 5 años, no desde la indignación del momento: el "boicot masivo a Musk" suena tentador como acción colectiva, pero la realidad es que al millonario no le afecta –X es su técnica de ruido distractor (y parece que ahora la utilizará como arma de amenaza); su objetivo está en otro lado–. La prueba está en que a Musk no le ha importado perder los ingresos publicitarios y marcas pautantes en los últimos dos años (con una depreciación del 75% del valor de su compañía). Necesitamos pensar más allá de la protesta simbólica.
🟢 No más permanencia por inercia: si decidimos quedarnos en X debe ser por una decisión estratégica alineada con nuestra teoría de cambio. El mito del marketing de "estar un poquito en todas las redes" no solo diluye nuestro impacto sino que, con los nuevos términos de servicio, una cuenta desatendida es como una cancha de fútbol sin arquero, lista para recibir ataques y ser utilizada en nuestra contra.
🟢 Decidamos según nuestro rol en el movimiento feminista: como en la metáfora que ya le han oído a Puentes sobre la banda de jazz 🎺, cada organización aporta desde diferentes lugares y, por eso, desde esa lógica debemos tomar esta decisión. Por ejemplo, fact-checkers e investigadoras digitales: necesitamos quedarnos para analizar la desinformación en su origen, como argumenta Maldita, un medio español dedicado al fact-checking. No todas podemos abandonar el espacio donde nacen y se amplifican las narrativas que después afectan a nuestras causas.
Algo más en este punto: algunas políticas y periodistas feministas han mencionado que también deben mantenerse en X para hacerle frente a voces como la de Nayib Bukele en El Salvador 🇸🇻 y Javier Milei en Argentina 🇦🇷 (ver declaración reciente de este último diciendo que si nos vamos de este espacio es por cobardes). Como señala The Atlantic en "Por qué los demócratas están perdiendo la guerra cultural", es crucial seguir debatiendo en lugares de alta tensión ideológica y no huir a esta confrontación. Y es importante hacerlo incluso sabiendo que en X el algoritmo amplifica un tipo específico de voces y no estamos en esta lista. El esfuerzo por la visibilidad es ahora doble.
Pero ojo 🚨, si nuestros públicos o apuestas estratégicas ya no están en X, ¿por qué seguir allí? Si nuestra audiencia son, por ejemplo, jóvenes universitarias, trabajadoras del hogar o comunidades de gamers que viven sus “mundos de internet” muy lejos de este sitio de microblogging, es momento de invertir esas energías en un espacio donde sea menor el riesgo y mayor el impacto.
🟢 La nostalgia no es argumento válido para quedarnos: sería como permanecer en una relación tóxica: por inercia, miedo a la soledad o una expectativa equivocada de mejora. Sí, cerrar avatares duele, nos cuesta desprendernos de una versión digital de nosotras mismas que construimos durante años y que nos gustaba mucho (en mi caso, confieso que @farfalev es una muy buena versión de mí misma). Pero si hay mejores apuestas estratégicas en otras redes, es mejor pasar por encima del ego herido y huir.
Si la decisión es partir de X, es necesario seguir una estrategia que permita que nuestros datos estén seguros y que nuestras audiencias sepan dónde encontrarnos. Además debemos definir cómo evitar que nuestro nombre de usuario en X no sea usado para suplantaciones.
En mi opinión, una opción efectiva es utilizar una estrategia similar a la que implementó The Guardian. Pero, además, puedes usar una herramienta que se llama Tweet Delete para gestionar tu historial de Twitter de forma segura. La recomiendo por ser de bajo costo, no entregar datos a terceros y ser muy intuitiva. Así sería el paso a paso:
1️⃣ Toma la firme decisión de dejar de postear.
2️⃣Descarga tu archivo de tweets para tener una copia propia a través de Tweet Delete.
3️⃣ Borra tu historial en esta red usando la misma herramienta (yo la he usado y funciona 😉).
4️⃣ Una vez borrada la información, deja activa tu cuenta o la de tu organización. No olvides compartir un mensaje contándole a tus audiencias que esta cuenta se “archivó” y dónde pueden encontrarte ahora. Esta me pareció una buena estrategia para evitar la suplantación. Aquí un ejemplo:
5️⃣ Si la cuenta queda activa, es clave establecer un protocolo para entrar de vez en cuando a la cuenta y evitar que la hackeen.
6️⃣ Si decides irte para otra red de microblogging, usa herramientas de migración automática para transferir contactos a Bluesky o Mastodon (como esta).
[Nuevos nortes🛤️]
Como señala MIT Technology Review y la columna de Gaby Hinsliff esta semana, detrás del éxodo de X hay un movimiento más profundo que es clave entender: estamos presenciando un alejamiento de las grandes redes sociales centralizadas.
Entonces esa idea del mundo digital que heredamos de Twitter, de una "gran red social” donde todos nos encontramos como en una plaza para “abrir nuestras mentes” ha perdido fuerza 📉. Y esto se debe a varias razones.
Por un lado, la tendencia muestra que las personas están buscando espacios según necesidades específicas. Si quieren ver noticias en tiempo real probablemente se irán para Bluesky, pues allí es donde están llegando muchos periodistas. Además, su algoritmo muestra actualizaciones en orden cronológico y no penaliza los enlaces externos. Por el contrario, hay otro grupo que quiere seguir lo que es tendencia o se vuelve viral. Para eso funcionan mejor las plataformas que tienen algoritmos de descubrimiento y que amplifican lo que tiene más actividad, como Instagram o TikTok.
Adicionalmente, el formato microblogging también ha decaído. El hábito de entrar al feed por la mañana a leer los titulares y opiniones de cuentas institucionales de medios o de expertos en 280 caracteres, ha sido reemplazado por figuras reconocidas en video podcast (donde se ven sobre todo hombres conservadores, según Pew Research Center) o por influenciadores que seleccionan e interpretan las noticias para sus audiencias. Según Sophia Smith Galer, becaria del Brown Information Futures Lab y una innovadora en el tema de distribución de contenidos, “Las personas ahora prefieren cuentas que comiencen a sentir como amigas (...) Y quieren consumir su contenido en video, donde puedan verlas, escucharlas y sentir lo que dicen”.
En su artículo “Las redes se están volviendo un mundo más pequeño y traicionero”, Ethan Zuckerman, académico de la Universidad de Massachusetts en Amherst, muestra el lado gris de esta tendencia hacia la atomización. Para él, la falta de espacios amplios de debate en lo digital aumenta los riesgos de las burbujas de filtro y de radicalización de ciertos grupos, pues sin una visión amplia de qué habla cada persona en su “mesa de bar” es difícil identificar a tiempo grupos que comparten “contenido oscuro” y dañino.
Sin embargo, esta fragmentación es el agua con la que ahora debemos cocinar, y es necesario adaptarnos. Lo que sí está claro es que las personas buscan más comunidad, intimidad y relaciones basadas en la confianza. Para ofrecerles esto, tenemos varios caminos no excluyentes entre sí : 1) aprovechar las redes mainstream ya existentes, operando bajo el diseño y las reglas de las Big Tech, 2) optar por espacios alternativos y autogestionados, que ofrecen menos alcance pero mayor agencia o 3) tejer más en lo presencial.
💡Seguir navegando los ecosistemas mainstream
Hay experimentos valiosos, como las organizaciones que han construido voces tiktokers e instagramers poderosas como Jacarandas o @esparamitarea, considerando que en Latinoamérica la mayoría de personas solo accede a internet por las apps incluidas en sus planes de datos, es decir, a través de redes de Meta, TikTok o YouTube. Esto es clave para entender por qué en nuestro continente no ha habido una migración tan rápida hacia redes más de nicho como Bluesky o Mastodon (al contrario de lo que sucede en España). Incluso hay medios que están intentando "hackear el sistema desde adentro” y aprovechar con éxito nuevas funcionalidades específicas como los canales de WhatsApp o los Shorts de YouTube.
Según la periodista experta en ecosistemas digitales Taylor Lorenz, deberíamos estar dirigiendo más atención, incluso, a Spotify 🎙️. Esta plataforma está evolucionando sigilosamente hacia una red social con características únicas. La introducción de videos en formato podcast o vlogs y la habilitación de comentarios están creando nuevos espacios de conversación. Lo interesante es que Spotify ya tiene una base masiva de usuarios en Latinoamérica que ingresan cada día para consumir música y podcasts y, al estar incluida en algunos planes de datos básicos, ofrece una oportunidad única para llegar a audiencias no politizadas. Esto es particularmente valioso en un momento en el que todas las plataformas de Meta (Facebook, Threads e Instagram) están limitando activamente el contenido político en sus plataformas.
💡Caminos alternativos
Otro grupo aboga por comenzar a construir comunidades en redes alternativas más autogobernadas. Lo rápido que ha escalado esta crisis de X es también un reality check de cómo el diseño tecnológico y las reglas de juego de estos espacios pueden cambiar drásticamente. Twitter –que durante años fue la plaza pública digital del movimiento feminista y permitió amplificar campañas globales como #NiUnaMenos, #MeToo o la Ola Verde– es hoy un ejemplo de cómo estos espacios pueden pasar de ser aliados a jugar en nuestra contra. Algo que parecía impensable hace diez años cuando reglas de juego democráticas eran el estándar en internet.
Hacia este camino recomiendo el informe reciente de The Engine Room: "Explorando una transición hacia plataformas alternativas de redes sociales para organizaciones de justicia social en el Sur Global". Aquí se propone explorar otras opciones interesantes que están emergiendo y hay una lista detallada de pros y contras, basada en entrevistas a organizaciones de sociedad civil en varias regiones. Todas estas opciones entregan mayor control sobre los datos, permiten decidir sobre las reglas de moderación del espacio, conectarse o desconectarse de las comunidades con las que se quiera tener un vínculo y migrar contactos y conexiones entre plataformas.
Se abre, por ejemplo, el mundo de las redes descentralizadas, como la de moda Bluesky (aquí pueden abrir una cuenta), pero también como Mastodon (aquí una guía sobre sus usos de las colegas de la Intersección). Las dos operan mediante una red de servidores independientes llamados instancia: cada grupo se autogobierna y no necesariamente deben relacionarse con los demás servidores.
Abajo destaco otros planes B interesantes que menciona el informe de The Engine Room. Varios aparecen en una fascinante taxonomía publicada por New_Public, que analiza diferentes formas de comportamiento humano en internet a través de metáforas del reino animal:
🟡 Redes muy pequeñas (VSOP) de 50-100 usuarios que permiten crear espacios más íntimos con reglas propias.
🟡 Plataformas como NoBlogs que rompen con el modelo individual de redes sociales y permiten publicaciones colectivas. En vez de priorizar voces individuales, estos espacios promueven la construcción de conocimiento colectivo.
Sin embargo, el informe también advierte sobre desafíos importantes que debemos tener en cuenta: estas plataformas pequeñas suelen tener menos recursos para moderar contenido y desarrollar herramientas antiabuso efectivas por lo que allí debemos desarrollar también estrategias de autocuidado y seguridad. Si quieren seguir explorando este tema, el 3 de diciembre habrá un webinar de lanzamiento de este reporte. Aquí se pueden inscribir.
Nos queda, además, la posibilidad de sembrar más en lo presencial 🫂. Como expresa el libro Let This Radicalize You de Kelly Hayes y Mariame Kaba por importante que sean los ecosistemas digitales, la dependencia excesiva de estos espacios debilita nuestros movimientos.
A veces, necesitamos ser literales respecto a encontrarnos con las personas allí donde estén. Es muy importante que empecemos a pensar en todos aquellos lugares donde la gente se congrega y donde aún es posible la conversación: desde restaurantes hasta escuelas, parques, lugares de culto, ferias callejeras y otras ideas.
[Propósitos 2025 🌟 ]
Para cerrar, les dejo otras voces que están aportando a fortalecer los esfuerzos que estamos haciendo desde sociedad civil para empezar a transformar “la matrix” e influir en las formas en que se está diseñando la tecnología, aportando valores alternativos a los que guían las grandes empresas tecnológicas.
Mi podcast preferido es “Computer Says Maybe” de Alix Dunn:
Y una frase de Natalia Antelava, cofundadora de Coda Media, de quien recomiendo su cubrimiento sobre la relación entre gigantes tecnológicos y nuevos autoritarismos 👌🏽.
En sus palabras en “Bienvenidos a la era de la Broligarchy”: “No es Donald Trump, son los Peter Thiel, Jeff Bezos y Elon Musk del mundo quienes estarán creando las nuevas reglas que gobernarán nuestras vidas. A medida que crece el poder y la omnipresencia de los servicios digitales, también crece el poder de estos hombres que manejan los monopolios que han construido la arquitectura digital de nuestras vidas. Estos hombres, que han acumulado una riqueza sin precedentes, ahora podrán transformarla en un poder político igualmente sin precedentes. Y somos nosotros quienes se lo hemos entregado”.
[Recursos y apoyo 📍]
Si quieren explorar cualquiera de estas rutas, en Las Lupas, el laboratorio de escucha digital de Puentes, estamos listas en 2025 para acompañarles. Este año nos enfocamos en diseñar metodologías para escuchar espacios digitales inesperados que les permitan a las organizaciones salir de sus burbujas de filtro: desde grupos barriales de Facebook hasta chats grupales de WhatsApp, bloqueos algorítmicos en búsquedas de Google e incluso Pornhub.
Para conocer más sobre estas metodologías y aprendizajes, no se pierdan el último boletín del año de La Lupa Digital: Centroamérica y México que Laura Rodríguez publicará en dos semanas.
¿Quieren explorar alguna de estas rutas con nosotras? En 2025 seguiremos ofreciendo, si nos escriben a boletines@inspiratorio.org:
Escuchas digitales a la medida sin costo.
Formaciones para organizaciones.
Acceso a datos.
Y prospectiva a través de los boletines.
Y ya pensando en que están por empezar el cierre de 2024, este puede ser un buen momento para agregar algo atípico en la lista de propósitos del próximo año: ¿en cuáles espacios digitales quiero estar y en cuáles no? Un buen reto para 2025 será tratar de cumplirlo.
En esta era de ruido y de sobreexposición social, vale la pena enfocar nuestra energía y ser minimalistas. El “menos es más” también es válido en lo digital.
Como creo que sí hay vida después de Twitter, por mi parte, voy a tomarme el mes de diciembre para leer varios libros acumulados en mi mesa de noche 📚☕. En 2025, estaré liderando un nuevo proyecto de Puentes sobre democracia y necesito nuevas hipótesis, sabiduría y empatía para navegar por tantos panoramas de incertidumbre y populismos. Les dejo una foto reciente en las montañas de Cundinamarca, Colombia 🇨🇴, deseándoles unas felices fiestas con pocas pantallas y mucho viento en la cara.
Gracias por leerme este año. ¡Nos leemos en el próximo!
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Diseño:CRUAÑAS EMII/ Edición: Koleia Bungard.
This is so good. I just moved to BlueSky but Im going to start shutting down Twitter I think. I totally agree that we are going to see hunger for smaller, niche communities moving forward: honestly I feel exhausted by all the big ones these days!