Votantes futuras, embrujos autoritarios y la atención capturada en internet
La reelección del modelo autoritario de Bukele evidencia que hay un sector del voto femenino que no entendemos. Y esto tiene que ver con los mundos que ellas viven en internet. ¿Cómo nos acercamos?

¡Hola!
Les doy la bienvenida a La Lupa Digital: Justicia de Género. Soy Cristina Vélez Vieira, una politóloga colombiana que desde hace varios años se dedica a investigar ecosistemas digitales y su impacto en la movilización social 📶.
Con la reelección de Nayib Bukele, El Salvador inició la temporada de elecciones en América Latina. En medio de denuncias por falta de transparencia en el conteo, uso ventajoso de medios públicos y de la cuenta presidencial en X (Twitter) para empujar una reelección inconstitucional, Bukele fue elegido por otros 5 años. Al ver su victoria hace evidente que una importante proporción del voto femenino terminó reeligiendo a un líder que no ha jugado –ni jugará– en su bando.
Muchas mujeres votaron por Bukele aunque, como se manifiesta en este reportaje de El País, “son ellas quienes sufren la mayor carga económica del aumento de la inflación, las que buscan a sus desaparecidos y detenidos, quienes ven cómo se hunde el presupuesto de combate a la violencia de género y cómo las diputadas oficialistas cambian su biografía en sus cuentas de Twitter de feminista a madres y esposas”.
En este mismo reportaje, la defensora de derechos humanos Celia Medrano cuenta cómo las redes sociales le han servido a Bukele para presentarse ante el electorado femenino como “un presidente padre que vela por nosotros". El mensaje del líder es claro: “las mujeres tenemos que estar en nuestra casa”, afirma Medrano, o cubiertas en lentejuelas y caminando por una pasarela tal como lo hicieron 88 reinas invitadas a la 72 ª edición de Miss Universo que este líder organizó en San Salvador y que el batallón de youtubers del gobierno ayudó a viralizar y encuadrar como el referente de lo “verdaderamente femenino”.
Pero el embrujo autoritario no se reduce solo al contexto salvadoreño: también llegó a través de las redes sociales a varias argentinas que ayudaron en la campaña de Javier Milei al verlo como “una luz de esperanza”. En 2018 en Brasil el voto femenino ayudó a Jair Bolsonaro a subir en las encuestas, pese a las movilizaciones de organizaciones feministas que ya lo denunciaban por sus comentarios misóginos.
En algunos países de la región, algunas estamos saliendo a protestar contra ellos, mientras que otras los eligen, lo que muestra que hay una porción del voto femenino (una importante) que las organizaciones que trabajamos por la justicia de género no estamos entendiendo. En este boletín me pregunto por los mundos que estas mujeres viven en internet, y el rol que esto puede jugar al momento de tomar decisiones; mundos de los que, claramente, nosotras estamos desconectadas.
En sus trayectorias en línea no sólo hay desinformación, también hay valores e imaginarios; barreras para informarse y mucho mucho ruido digital. Con miras al maratón de 9 elecciones en 9 meses que tendremos en la región, aquí recojo algunas herramientas para escucharlas y empezar a pensar cómo re-conectar.
[⚡ El Estado de la Tormenta]
Estas futuras votantes, a las que nosotras vemos como el “centro flexible” para avanzar en las causas feministas, componen en muchos países de la región la llamada franja de votantes indecisos: la misma que los candidatos de tinte autoritario ya identificaron como el objetivo #1 que tienen que convencer para ganar.
“Como nunca antes, las elecciones y la desinformación van a chocar en 2024”, advirtió el New York Times a principios de este año, afirmando que con la llegada de la inteligencia artificial generativa va a ser más barato producir deep fakes. Diferenciar la verdad de la mentira será cada vez más difícil. Y sin embargo, los esfuerzos de las compañías de redes sociales para limitar el contenido tóxico y la manipulación mediática, en vez de fortalecerse, se han debilitado o revertido casi por completo.
Además del contenido falso que va dirigido hacia ellas, las mujeres están siendo víctimas de mucho ruido en línea. Nuevos experimentos muestran que, con mucha dificultad, logran encontrar información de calidad en internet, pues todo el tiempo tienen que hacerle “el quite” a numerosas estrategías de captura y monetización de la atención.
Google era el barco ideal para navegar esta complejidad. Sin embargo, ya no basta con hacer una pregunta para obtener una buena respuesta. Las calidad de las búsquedas viene en picada por cuenta de la inundación de spam generado por IA y de hordas de expertos manipuladores de SEO que trastocan los resultados en la mayoría de países e idiomas. The Verge incluso ha empezado a hablar “Del final del Googleverso”.
[⚒️ Herramientas de navegación]
Fragmentación y ruido digital que también está afectando nuestras campañas y la posibilidad de llegar con nuestro mensaje al centro movible. La buena noticia es que hay investigadoras que están explorando nuevas estratégias para escuchar a mujeres que están lejos de nuestra burbuja y del debate político en X o Instagram. Para eso es clave empezar a estudiar las comunidades de “estilo de vida”, de entretenimiento y de dudas cotidianas donde ellas pasan más tiempo en línea. También analizar los productos culturales, referentes y las voces que están encontrando en estos espacios. Aquí menciono algunos ejemplos recientes.
Al ver lo difícil que resultó proyectar la intención de voto de ciertas audiencias de mujeres en la campaña del plebiscito para el primer borrador de la constitución chilena (las encuestas no sirvieron), un grupo de investigadoras en Chile decidieron lanzarse a mezclar escucha digital (por ejemplo en grupos de madres en Facebook), con grupos focales y análisis de discursos.
Verónica Berroeta, Estefanía Labrín y Garazi Oñederra, de la Cooperativa Cuarto de Guerra, me contaron que esto les abrió los ojos y les mostró varios elementos interesantes sobre el centro movible en su país:
Sin importar su edad, las mujeres en el estudio se definieron a menudo desde su alegría, el esfuerzo que le ponen a las cosas y como todo esto configura su rol como “pegante a la familia”. Por eso valoran a quienes tienen una historia de lucha y solidaridad asociada a las dificultades económicas.
El principal valor que aprecian las mujeres es el respeto. Con relación a esto, dicen no querer involucrarse en política porque la perciben como conflictiva.
Algo similar les pasa con el feminismo. La investigación encuentra que las mujeres apoyan causas de la justicia de género como el aborto seguro, la paridad salarial y el rechazo al acoso en las calles, pero cuando se les pregunta por el feminismo lo consideran irrespetuoso con los hombres.
Además, escogen como referentes a celebridades e influenciadoras (como Karol G o Naya Fácil) que se refieren a la superación de la mujer desde la perspectiva del “echenleganismo” (voluntarismo individual) y no como un proceso colectivo a largo plazo que requiere cambios estructurales y regulatorios en favor de la paridad. Recomiendo este análisis de Elizabeth Otálvaro acerca de las razones por las cuales Karol G está logrando una gran conexión con mujeres a lo largo de América Latina: 'La Bichota' ha reforzado mi conciencia de clase.
El dorama (K-dramas) está generando mucho interés y conversaciones cotidianas y también hay algunas mujeres que se han empezado a interesar por el documental.
También les recomiendo un reciente análisis de Lucía Franco, periodista colombiana, para El País de España. Ella profundiza en una nueva tendencia en TikTok alrededor de la “Novia que se queda en casa” o #SAHGF, Stay At Home Girlfriend, la cual ya acumula más de 165 millones de visualizaciones en esta red. Esta tendencia ha llevado a mujeres jóvenes a compartir videos en los que cuentan que sus “vidas consisten en apoyar a sus novios y llevar a cabo tareas del hogar como cocinar y limpiar mientras mantienen un régimen casi militar sobre su cuerpo, su rutina de skincare y su gimnasio. Uno de sus deberes más importantes como mujeres mantenidas es estar siempre bellas para sus novios”.
Sabiendo que este año hay elecciones en Estados Unidos y que esto siempre genera la llegada de narrativas trumpistas a la región, les recomiendo leer este trabajo de la investigadora Annie Kelly. Ella analiza las culturas digitales en el antifeminismo y la extrema derecha y ha profundizado en las tendencias #tradlife, #tradwife o #vintagehousewife, un grupo que promueve una vuelta a la maternidad agraria y a roles de género tradicionales, mezclando consejos domésticos con nacionalismo blanco. Según señala Kelly: “no debemos subestimar cómo algunas mujeres jóvenes, cuando se enfrentan a un panorama económico sombrío y luego se les presenta una imagen rosada de la felicidad doméstica de los años cincuenta, pueden mirar hacia atrás”.
Cierro referenciando este artículo de Ita María en el medio feminista Volcánicas sobre un nuevo estilo que muchas jóvenes están usando para sus reels en las región: “COQUETTE: hiperfeminidad, infantilización, culpas y prejuicios”.
Si en tu organización quieren explorar alguna pregunta sobre ecosistemas digitales de votantes futuras, pueden escribirme a cristina@somos-puentes.org. A partir de allí podemos empezar a investigarla a través de mi equipo de Las Lupas.
Pensando en hacer investigaciones de este tipo, pero a nivel transnacional, el año pasado conformamos Las Escuchadoras, una red de 20 investigadoras digitales que trabajamos para organizaciones de la sociedad civil en 6 países de la región. Por ahora, en esta red hemos estado dedicadas a encontrar estrategias colectivas para enfrentar la brecha de acceso a datos sobre conversaciones públicas en redes sociales.
Vale mencionar que en América Latina, las plataformas abren estos datos a través de costosos planes de pago, mientras que en países europeos empiezan a ser accesibles para investigadores y para la sociedad civil a través de la nueva Ley de Servicios Digitales. Para seguir explorando este tipo de soluciones, iré a Stanford como becaria 2024-2025 del Digital Civil Society Lab del Centro de Filantropía y Sociedad Civil de esta universidad.
[🛤️ Futuros posibles]
En vez de ver cómo el tiempo, el acceso a servicios y los derechos de muchas mujeres se van detrás de un clic, deberíamos empezar a pensar y posicionar como organizaciones de justicia de género qué otros futuros en lo digital queremos y son posibles.
Lucy Bernholz en sus Proyecciones para la Filantropía y Sociedad Civil Digital de 2024 afirma que para buscar el norte en medio de esta avalancha de cambios abruptos en lo digital, podríamos empezar por preguntarnos: (1) a quién todavía le creemos en este espacio y a analizar (2) quien todavía nos cree a nosotros (como institución, como campaña, como movimiento) en el espacio digital. (ir a la página 11 para otras preguntas estratégicas)
En esta onda, cierro el boletín con dos lecturas que me han hecho reflexionar sobre la importancia de dejar de creer en los tecnopolios y en las narrativas que las grandes compañías como Meta, Twitter y TikTok (y ahora OpenAI) han instalado para vender la captura de la atención como un negocio legítimo. En lo comunitario parece estar la alternativa.
A medida que la tecnología se acelera, necesitamos dejar de aceptar las malas consecuencias junto con las buenas, argumenta Cal Newport en su ensayo reciente “Es hora de desmantelar el tecnopolio”, publicado en The New Yorker. "Dado el alcance y poder crecientes de las innovaciones", la única medida razonable es "reafirmar nuestra autonomía sobre el papel de la tecnología en la configuración de nuestra historia compartida", escribe. Afirma que hay que ser selectivos, pues, como en la naturaleza, “la posibilidad de evolución dependerá tanto de la sustracción como de la adición”.
Por su lado, Anil Dash, en RollingStone, nos llama a volver al estilo contracultural y comunitario que caracterizaba a internet en sus orígenes: “Este año algunas de las empresas más dominantes en internet corren el riesgo de perder su relevancia, y el resto de nosotros estamos reconsiderando nuestros hábitos diarios de maneras que cambiarán el paisaje digital tal como lo conocemos. (...) No va a haber alguna nueva aplicación revolucionaria que desplace a Google, Facebook o Twitter con una alternativa impulsada por el amor. Pero eso es por lo que no debería haberla. Debería haber muchas experiencias alternativas a escala humana en internet que ofrezcan alternativas cultivadas localmente, de origen ético y de código “hecho en casa”, en contraposición a la comida chatarra de fábrica de internet”.
Si quieren compartir sus dudas o ideas sobre este boletín, pueden dejarlas en el área de comentarios de esta publicación.
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Diseño: CRUAÑAS EMII / Edición: Koleia Bungard